
LA ENTREVISTA
Cap. II
-Señor Juez y Señor Alcaide, verán ustedes: Me han preguntado si este lugar es o no un infierno y entiendo que si lo fuera, toda la Sociedad en que vivimos lo es. Que no todos los de afuera son mejores que cualquiera de los que estamos aquí encarcelados. Que la violencia de afuera, produjo a los violentos de este lugar. Allá existen herramientas para salir airosos, aquí solo un muro de lamentaciones y un canal de comunicaciones sinceras con Dios. Sabemos que el hábito no hace al monje. Hoy Usted Señor juez no tiene colocada la toga de investidura y puedo verlo como un ser humano independizado de ella, aunque con las facultades conferidas a su título de profesional. Me anima el hecho de que si Usted está aquí hoy, es porque es persona de buena voluntad y a ello me acojo tras mis diatribas.
Si hablo con la verdad usted sabrá reconocerlo y ante ello no siento ni albergo el temor a que su decisión sea o no adversa. Simplemente expongo mis criterios porque tapar el cielo con una mano es imposible. Existe un sentimiento de culpa que Usted no querrá cargar tomando una decisión adversa contra mi por mis palabras, que solo son lesivas a los intereses de los que a mi parecer, no son como Usted, aunque muchos sean sus colegas, me refiero a los de contubernios.
- Tienes sobrada razón muchacho... ¿qué sentido tiene ocultarlo?. Sigue, sigue con tu exposición si deseas añadir algo más. Dijo el Juez tras interrumpir.
-¡Gracias Señor!... decía que existe un sentimiento de culpa. muchos no quieren cargar con ellas como lastre pero tienen miedo de subirlas a sus espaldas porque las culpas no tienen dueños, nadie las desea, nadie las quiere y por ello la ocultan. Es como un traje que no les queda por eso existen hábitos y monjes, por eso los hábitos mienten. muchos hipócritas los visten pero no son monjes y de hábitos y monjes está lleno el mundo. en las minisociedades el patriarca se supone caudillo; deja de serlo para convertirse en déspota, en tirano y en macho que manda, pero no dirige, en prepotente, exacerbador de ánimos, el que señala, el que culpa y ve la paja en el ojo ajeno y nunca la viga en el propio, el que empuja, el que arroja, exige, amenaza, el de la plaza fuerte y finalmente el que cree merecerlo todo. En las calles pululan los don juanes mancharones rajajenas, los desfachatados, los de las intrigas, las promiscuidades y concupiscencias, los lasciviosos, libidinosos etc. Por los callejones las de las afrentas, las que violan todo espacio decente, las que traban del brazo ajeno, melosas, exhibicionistas, entrampadoras voluptuosas y sensuales, las de a propósito, desleales, infieles, las que se venden y se compran. Por otro lado, los oportunistas en cada Profesión u oficio, los estafadores, expoliadores, usufructuarios de sudores ajenos, los megalómanos, narcisistas, sobornadores, extorsionadores, amorales, deshonestos, indignos. ¡Ese es el infierno y está allá afuera... aquí las víctimas de todos ellos!. Conocido el mosntruo que mora en las entrañas de cualquier ciudad, conocidas sus artimañas y sus modus operandis para combatirlos. poseo las herramientas tras esta purga, las he logrado con dedicación al pensamiento crítico, por esmero y con la mejor de ellas, la decisión. Pretendo enfrentarlo todo si cuento con el aval de Usted Señor Juez. Si tiene a bien indultarme prometo no volver a enfrentarlo en nuevo juicio como reincidente.
El presidiario de nombre Juan calló y un denso silencio quedó en el ambiente. En su silencio sintió satisfacción en el espíritu y respiró profundo. en su celda esperaría en sus aprecios por la orden de salida de aquél fatídico penal en el que cuatro paredes estáticas le vigilaban enhiestas y sin piedad, las rejas fueron testigos de su soledad, de sus meditaciones. Por espacio de diez años más que tuvo que cumplir sin libertades en aquél lugar. No fue indultado.
El Juez no tuvo a bien indultarlo. Su hija era Legisladora en el Congreso Nacional, su hijo mayor, era Contratista y beneficiario de su posición por ser influyente, era un traficante de influencias. Su esposa se divorciaba de él por infidelidad y una amante lo expoliaba económicamente. Además... era de los de peculado y contubernio con muchos de sus colegas, algunos militares y políticos. El Alcaide era usufructuario de los bienes asignados a la penitenciaría, Fue detenido transportando mercancías y productos de oficinas enviados y suplidos por el gobierno. Se dedicaba a robar y a solicitar indulgencias, porque recibía prebendas por cada recomendado que lograra sacar de presidio. Fue sentenciado a doce años de cárcel. Hoy se halla meditando dubitativo y alegando inocencia. No tiene amigos en el presidio. Compró una biblia y se la pasa leyendo en ella.