Frecuentemente me asaltan las ideas, los pensamientos, algunas reflexiones y  me llegan momentos de dubitaciones, respecto a lo que es actitud del Ser humano en este ambiente planetario y circunstancial que es para cada ciudadano del mundo algo diferente e individual. Es por ello que decidí  traer a estos espacios algunas de mis razones. No soy un libertario, antes mal  un esclavo de mis costumbres, de mi conciencia que como conocimiento me induce a practicar lo que llego a obtener como convicción, tras someter lo aprendido a la luz de la ciencia apologética, que demuestra y defiende verdades fehacientemente razonables por medio de los elementos indispensables para ello. De frente a esta última aseveración debo consignar el hecho de que en el mundo hay tan solo dos clases de personas: Los más equivocados y los menos equivocados. Deseable por obvio, pertenecer al grupo de los menos equivocados. Para lograr este objetivo, debemos cultivar en primera instancia la posesión de criterios personales dimanados de las verdades que buscaremos y hallaremos en el trasegar por los caminos que emprendemos cada día al despertar de nuevo a la vida en Alfa. Se comprende entonces, que trazaremos el camino, pero la providencia, tras la búsqueda de verdades nos permitirá encontrarlas y nuestras voluntades eventualmente  nos  ayudarán a procesarlas, descontaminarlas, aceptarlas y practicarlas. Cada que logramos ese objetivo vamos acrisolando nuestros haberes culturales, de tal suerte que nos permitan estar alineados con el grupo de los menos equivocados. Esto trae como beneficio la felicidad de transitar por caminos menos bifurcados y tortuosos, de tal suerte que no nos inmutaremos cuando surjan situaciones que para otros serán complejas y para nosotros los menos equivocados, sencillas y fáciles de digerir. Que no iremos tras las escorrentías de la gente hacia la vanal chabacanería, lo superfluo, fantasioso, indigno y estúpido.