

A raíz de instancia presentada por el Secretario General de La OEA, solicitando respeto por países y Cancilleres que se abstuvieron, y otros que votaron contra resolución presentada en pleno de Asamblea del Organismo, a tenor con la recuperación de La Democracia por el pueblo venezolano, secuestrada por el comunismo surgió el ensayo de a continuación:
LO SIENTO, NO PUEDO, NO DEBO
¿Cómo ocultar soslayando, la mezquindad de los que no pueden ser empáticos y condescendientes para con sus congéneres, por causa de algún dogma político que cursa sus acciones en tal dirección?. ¿Cómo ser respetuoso para con los que no ganan méritos en pro de ello?. ¿ Cómo respetar a quienes con hábitos de monjes no son tales, porque carecen del amor circunscrito a la filantropía, a la fraternidad que le sirve de voluntad altruista y condescendiente como base de sustento para ello?. Tendría que ser hipócrita, cínico y descarado. No soy nada de eso, porque no puedo ver el sufrimiento en las contorsiones de un asesinado instantes previos a su eventual fallecimiento. No puedo ser tan licencioso que conociendo las características de un genocida que no vale el más plebeyo de sus victimizados, de entre decenas de ellos, calle otorgando como si no me importara el dolor ajeno. ¡No!, no puedo ni debo respetar a los morbosos lacayos del Rey. Y mucho menos al Rey, que se reviste de orden y respeto intentando engañar a los súbditos de otros reyes. No suelo voltear el rostro, para no ver adrede el sufrimiento de los victimizados, especialmente si lo son, por parte de un adepto a mis propias causas. Valgan por ello mis honras, mis honorabilidades y circunspecciones, para el justiprecio y la otorgación apropiada que hace al demérito de los que por mezquindad inclinan sus balanzas como vulgares mercaderes del templo, tras ilícitas ganancias. El que asquea el faisán lo quiere; y lo asquea por mezquindad sin dudas. Pero, valga la reflexión para elevar el dolo hasta lo superlativo, porque así de superlativa es la necesidad humanitaria de un pueblo castigado con atrocidades por parte de aquellos adeptos a sus propias causas o a las del contubernio. ¡ Y, menos regocijarme o contribuir al flagelo aportando daños a los desangrados!. ¡ Y, menos confabular, evitando con ello aplicación del justiprecio.
¡ Respeto!, pide Su Excelencia, por y para los que soslayan sus deberes y obligaciones morales. ¿ A cuenta de qué distinguido y apreciado amigo… a cuenta de qué repito?. ¿ Donde están los méritos para rendir pleitesía a gente mezquina… para honrar y dignificar a los lacayos del Rey ?. ¿ Cuales han sido las aportaciones de aquellos, en aras de la empatía y la condescendencia frente al dolor y las angustias que requieren consideraciones humanitarias para los angustiados hijos de aquestas tierras?. El principio está catalogado como reciprocidad. Entonces… no es fácil aplicar una ley del embudo para facilitar respeto espacioso, mientras se recibe exigua cantidad de parte de los del contubernio y los de las confabulaciones. Lo siento, distinguido y honorable Señor: Según no se saca agua limpia de un pozo con agua sucia, no se sacará agua sucia de un pozo con agua limpia. La reciprocidad no tiene bajo ciertas premisas, méritos acumulados para elevarla hasta los beneficios injustos que se piden.
