Es inconcebible hasta donde llega la mezquindad del Ser humano, hasta donde es capaz de llegar la indignidad, la deshonra y la falta de honorabilidad. Estas características, son miserias en el espíritu de muchas personas inescrupulosas. En los ámbitos políticos abundan las mezquindades y las egolatrías que conducen a las prácticas de indignidades, deshonras y faltas de honorabilidad. No suelo aceptar la utilización de méritos superlativos ante-puestos al título profesional de individuos. No, hasta entender que existen esos méritos. El hecho de que con alguna regularidad la clase política se burla descaradamente de sus partidarios mintiendo, falseando a través de parlamentos demagógicos responde en parte a mis posiciones respecto a esta gente. Pocos son honorables, honrosos y dignos como para que este servidor les rinda pleitesías con adjetivos calificativos ante-puestos a sus titularidades profesionales. Pocos los merecen. Hace apenas un par de días al momento de escribir este comentario, que se puso en evidencia el hecho de que me asiste la razón. Un proverbio muy conocido reza que: El que coge prestado es siervo del que presta. Esta aseveración es completamente verdadera por causa de dos instancias: Es producto que dimana de la voluntad de Dios al inspirar en concepto, el enunciado. Son probables sus efectos, aunque sean solapados e intangibles frutos de espíritus que serviles hacen  entregas escondidas, que sin embargo se perciben como lo que son, pagos a los acreedores. Algo malo surge de ello: Surge que se exponen descaradamente, cinismos como si cada responsable fuera intelectual superdotado que con sus actitudes mezquinas cree que engaña. Creen olvidada aquella escuela ateniense de los cínicos en la que se postulaba que el poder tiene la razón. Se comprende que el cinismo por descarado es audaz, pero llevarlo oculto en un traje de protocolo no impide ver, que el hábito no hace al monje. Como en las lides protocolarias y políticas se establecen confabulaciones que a su vez se convierten en contubernios y que todo esto trasciende fronteras políticas y Continentales, no se hace difícil conectar las mezquindades de usufructos, conveniencias personales con las compras y ventas de honras y dignidades que hacen al prestatario amo de los que no tienen  y siervos a estos últimos, los desposeídos, tipificando con ello todo el concepto enunciado: El que coge prestado es siervo del que presta. Y, por causa de estas transacciones que convierten en lacayos a los deudores, éstos a menudo tienen que agradecer favores sirviendo con denuedo como compromisarios a las causas de sus acreedores. Pero… más allá de todo esto que reseña y señala con el dedo índice a los del camuflaje, a los confabulados y a los del contubernio que a todas luces son gregarios de la intención, existe otro flagelo, esta vez al ideario político que los reúne en cónclaves y Asambleas como si fueran miembros bonafides de tal. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos no se logran las compenetraciones y el sentido común de cualquier Ser humano sabe percibir bien el subterfugio, debido a retóricas cargadas contra los postulados del ideal político que sirve de base política, social y económica a los congregados. Sin embargo, en el ínterin protocolario de sus discursos favorecen a otros postulados políticos nefastos por in-funcionales, desacertados y ególatras. En otras palabras, que desean ser contemplados con las virtudes protocolarias de por fuera, y no por las miserias y mezquindades que en contrario llevan  por dentro. Lo lamentable en todo ello es, que se les ha permitido estar, sin ser. Que desde esas posiciones de estar, minan con espadas malversadas pero de dobles filos, las intenciones Democráticas de la mayoría. Trastocan tergiversando mal-intencionadamente los intereses discutidos y negando dar seguimiento a los remedios propuestos. Todo, porque el que coge prestado es siervo del que presta.