

EN POCAS PALABRAS III de VI
Cada que por prestigio Estados Unidos emitió notas multimillonarias genéricas, inorgánicas, con valores superfluos, es decir, sin contar con base alguna de sustentación, se ha tenido que abocar al pago de repatriación como débito, incluso hasta perdiendo valores más allá del compromiso, cuando los intereses ajenos superan los valores especificados, por dos razones: Por la fortaleza económica de la divisa del repatriador y por los intereses con que viene cargado el valor original consignado a cada nota. Implica todo esto, que además de tener que honrar con liquidez en oro los valores nominales, vienen éstos sobrecargados con intereses de cambio y con intereses de uso y manejo. Nunca con el valor nominal consignado a las notas en su origen. Es mal negocio, porque hay que deshacerse de los depósitos propios para honrar algo que no tiene valor alguno en su origen. Algo peor aún, que el repatriador decida comprar propiedades inmuebles con notas que en su origen no tuvieron base sustentadora. Estaría comprando bienes con notas desvalorizadas en su origen y que el Banco tiene que honrar con el pago o con nuevas notas, esta vez amparadas en valores líquidos depositados, si no es que se da continuidad a la malversación. Bueno anotar que aunque se emitieran valores al parecer inorgánico, siempre se afectarán los depósitos líquidos en los Bancos del Tesoro Nacional. Ello, hasta tanto y en cuanto existan esos valores líquidos. Pero muy a pesar de ello, lo que ocurrió en 1971, cuando el Presidente Richard Nixon cambió unilateralmente el patrón de base en oro a petrodólares, se comenzó a utilizar notas simples al parecer sin liquidez porque EE.UU. no posee en petróleo, ni siquiera el valor nominal de notas y monedas que circula en las calles Internacionales, cuanto menos para pagar todos los nuevos valores que se emitan. No empece, existe una salvedad en ello: El hecho de que existan petrodólares no exime al Banco del Tesoro Nacional estadounidense de pagar los débitos de repatriaciones con dinero líquido del patrón oro. Pero, dependerá de la voluntad de hacerlo como especifico, porque este país mal podría otorgar créditos otra vez de compromisos, con notas inorgánicas y seguir recirculando la carencia de valores líquidos para no tocar el oro de su propiedad. Entonces, se estaría trabajando con promesas de pago y prestigio. No es que se pagaría como si fuera circunstancia futura. Es lo que ha estado ocurriendo desde que se cambió el patrón oro por los petrodólares. Y, es algo que tiene sus implicaciones, a tenor con la verdadera liquidez que a estas alturas tiene EE.UU. Es un secreto para muchos, pero no para los que saben que no hay liquidez en los inorgánicos y que el reciclado de estos es una trampa contra sí mismos, porque supone una bonanza ficticia, irreal. Una economía flotante, en el espacio no tiene activos sino pasivos y esos pasivos crean burbujas que se expanden tanto que llegan a un punto de inercia extrema y en una próxima inflación explotan dejando a medio mundo sin medios. Las notas son simplemente medios, el dinero es simplemente un medio, un método para intercambiar bienes tangibles. Y, si cambias bienes tangibles por notas con valores sin recobros a largo plazo no tienes nada, porque los Bancos no te van a poder
responder con bienes tangibles, solo con el mismo engaño. Es por ello que se debe invertir en bienes raíces las notas sin valor, los créditos en cada una de ellas para asegurar un derecho de propiedad tangible. Lamentablemente eso atenta contra el ahorro de tu dinero en Bancos y con el crecimiento en el PIB, pero es lo deseable. Hace poco Venezuela ha estado ordenando la impresión de toneladas de bolívares con distintas denominaciones cuantitativas. Es un error garrafal, debido a que si no se cuenta con la liquidez para sustentar la impresión y se lanzan al mercado de valores e intercambios de bienes esos bolívares inorgánicos, la inflación sube tanto que se necesitan maletas llenas de ellos para comprar un par de zapatos. Es lo que ha estado ocurriendo literalmente.
Lo que no es un secreto es el hecho de que algunos países que en el pasado depositaron parte de sus valores en lingotes de oro, han solicitado su repatriación y en parte se les ha hecho caso omiso sin explicaciones. De esto último surgen algunas especulaciones: Fueron usados para el pago de compromisos de deudas, están comprometidos con emisiones nuevas de notas en petrodólares, bonos al mercado de valores que no comprometen utilidades de infraestructuras sino el valor del prestigio, pero con base de usufructo en la liquidez de esos depósitos ajenos y de todas maneras no desean tocar los valores líquidos propios. El dilema se ha planteado y resulta preocupante. Sin embargo, todo lo preocupante relacionado con este tópico no radica necesariamente en ello. Hay otros asuntos estrechamente relacionados con uso y manejo de la economía estadounidense, de cara a interacciones de la divisa a escala Internacional. Asuntos que tienen que ver con las propias preocupaciones estadounidense sobre donde está parada su potencialidad económica y hacia donde se dirige. También sobre cómo enfrentar la realidad sin caer de nuevo en especulaciones inauditas o en especulaciones carentes de base. Hasta hace poco, se observaba una guerra mediática entre divisas y economías. Esta guerra ha dejado de ser mediática y se ha convertido en las paredes interiores de un huracán irradiando fuerzas hacia la periferia. Ahora se trata de una guerra que induce, que empuja y que ha estado creando un teatro real de guerra. En principio se trataba de una riña mediática y fría de post guerra por causas de rencores acumulados, aprehensiones, suspicacias e inconformidades por el reparto del botín tras el armisiticio. De tal suerte, que se trataba de un dime y te diré, usando los medios de comunicaciones. Ese dime y te digo bi-direccional se fue recrudeciendo y en cada caso entrometiendo hasta que los asuntos macroeconómicos se convirtieron en estandartes, tras la consecución de cabezas de playa y eventuales baluartes desde los cuales atacar y tratar de destruir al enemigo. Lo anterior es una metáfora que reseña pre-figuradamente el momento que vivimos de cara a tal enfrentamiento. La enemistad es un hecho con más insidia que al principio. Las interacciones en ambos bloques antagónicos permiten vislumbrar lo fácil que se pueden ir a las manos los bloques políticos de naciones y sus líderes,...

