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DEUDA CURRICULAR -PARTE l

Hace un tiempo relativamente distante, específicamente en época durante la cual fungía como presidente de La República Dominicana el Doctor Joaquín Balaguer Ricardo, acudí al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva sita en La Capital dominicana, Santo Domingo de Guzmán. El propósito de mi visita fue investigativo. Quería saber si los Jueces en audiencias de lo criminal, egresados de Universidades del país observaban algunas solemnidades y reglas protocolarias durante los procesos de audiencias. Siempre me ha interesado también el conocimiento sobre aplicación de  justicia procesal en determinados casos y Tribunales. Esto es, me he interesado en observar procesos civiles y criminales so color de entender los asuntos ventilados, de cara al fallo emitido por un Juez en cualquier instancia jurídica, en lugares donde las reputaciones del aparato Judicial han sido colocadas en entredicho por dudosas de parte de terceras  personas o  voces ajenas a determinados procesos. En esa ocasión en que acudí como investigador en el interés adicional de escribir sobre mis hallazgos, tropecé con un primer escollo: Buscones en las afueras del Palacio de Justicia me abordaron ofreciendo servicios alternativos a un proceso, cual fuera por el que supuestamente asisto al Tribunal. Buscones que fungen de salvoconducto a un acusado o sus familiares, para salvar a un reo de la sentencia tipificada por delitos cometidos contra el Estado. Al momento de escribir este ensayo,  he obtenido de nuevo como premisa, el conocimiento de que esto sigue ocurriendo como ocurría en épocas anteriores. Discurre el año 2017 y es presidente de La República Dominicana el Señor Danilo Medina. En aquél entonces, cuando acudía en busca de mis datos, tuve la oportunidad de anotar lo siguiente: Los procesos de audiencias en la primera sala a la que me proponía entrar habían terminado. Observé que un par de policías habían desplazado hacia la entrada un banco y que uno de ellos estaba sentado irrespetuosamente con un fusil sobre este y con los pies trepados por sobre el pasamanos, como si este individuo estuviera en su propia casa.

 

Indicaba esto, que tras celebraciones de audiencias cualquiera puede irrespetar el orden en la sala de un Tribunal en La República Dominicana, o simplemente, que no hay un orden administrativo que tome cartas en asuntos como este y otros sobre los cuales tomé notas por considerarlos fuera de orden. Me dirigí a otra sala de audiencias en donde se encausaba a dos delincuentes por la causal de apropiación ilegal agravada. Dos hileras de bancos estaban flanquedados por tres pasillos, uno central y dos laterales,  al final  de cada uno por el lado lado izquierdo  hacia el estrado, un flanquedo por baranda de madera fina y bien labrada. En la fila de bancos de la izquierda, varios reos y sus custodios policiales cruzaban conversaciones en medio del proceso de audiencia con familiares ubicados en la otra fila de bancos del  lado derecho. Fue mi primera observación en esta sala de lo criminal. Los reos sentados llamaban a los familiares para hablarles desde sus asientos. Los custodios policiales hablaban entre sí y uno de ellos estaba parado y recostado en la pared del lado izquierdo de la sala. Este recibió una llamada telefónica timbrada y se dedicó a contestarla. A todo esto, nadie llamó atención a este custodio y nadie llamó la atención a los conversadores cruzados, reos y familiares. Mientras eso sucedía el Juez conducía la audiencia. No pude ver a un abogado de oficio para la defensa en funciones de tal, en cambio vi a un Señor vestido con tenis comunes, pantalón gris y camisa blanca que no parecía funcionario de lo legal, abogado o Juez, pero que por estar ubicado en lugar preferencial parecía tener algo que ver con el proceso.

 

Me sorprendí al saber por necesidad que se trataba del fiscal de turno, por las actitudes que asumió en determinado momento del proceso. No estaba togado y no tenía pintas de Fiscal por lo desgarbado. Sin embargo, lo vi levantarse y pasear frente al estrado con aires de autoridad, ordenando, que no sugiriendo al Juez, la aplicación de una pena de tres meses de  cárcel para los imputados de apropiación ilegal agravada. Me pregunté cómo era posible que un fiscal ordenara a un Juez la aplicación de una sentencia, cuando se supone que un fiscal no ordena, sino que propone, sugiere, solicita una pena a tenor con las  contemplaciones tipificadas en un Código Penal  para determinado delito y sus agravantes. El Juez pronunció su sentencia e ipso facto cerró la audiencia con estas palabras:- Esto se acabó. Se levantó de su asiento y se ausentó de la sala. No hubo protocolo de cierre de  audiencia mallete en manos y eso me sorprendió. Tomé mis notas y no he tomado hasta ahora la determinación de exponer mis hallazgos de aquél entonces en Sala de Audiencias sobre lo criminal en El Tribunal de Justicia mencionado. Estoy obligado a exponer el hecho de cara a la falta de solemnidad en este supracitado Tribunal de Justicia Criminal y la falta de protocolos de audiencias por parte de Jueces que con ello muestran sus pocas capacidades como juristas y como profesionales egresados de Universidades  que los aprueban para ejercer el oficio sin que estén aptos para ello.

Hace un tiempo relativamente distante, específicamente en época durante la cual fungía como presidente de La República Dominicana el Doctor Joaquín Balaguer Ricardo, acudí al Palacio de Justicia de Ciudad Nueva sita en La Capital dominicana, Santo Domingo de Guzmán. El propósito de mi visita fue investigativo. Quería saber si los Jueces en audiencias de lo criminal, egresados de Universidades del país observaban algunas solemnidades y reglas protocolarias durante los procesos de audiencias. Siempre me ha interesado también el conocimiento sobre aplicación de  justicia procesal en determinados casos y Tribunales. Esto es, me he interesado en observar procesos civiles y criminales so color de entender los asuntos ventilados, de cara al fallo emitido por un Juez en cualquier instancia jurídica, en lugares donde las reputaciones del aparato Judicial han sido colocadas en entredicho por dudosas de parte de terceras  personas o  voces ajenas a determinados procesos. En esa ocasión en que acudí como investigador en el interés adicional de escribir sobre mis hallazgos, tropecé con un primer escollo: Buscones en las afueras del Palacio de Justicia me abordaron ofreciendo servicios alternativos a un proceso, cual fuera por el que supuestamente asisto al Tribunal. Buscones que fungen de salvoconducto a un acusado o sus familiares, para salvar a un reo de la sentencia tipificada por delitos cometidos contra el Estado. Al momento de escribir este ensayo,  he obtenido de nuevo como premisa, el conocimiento de que esto sigue ocurriendo como ocurría en épocas anteriores. Discurre el año 2017 y es presidente de La República Dominicana el Señor Danilo Medina. En aquél entonces, cuando acudía en busca de mis datos, tuve la oportunidad de anotar lo siguiente: Los procesos de audiencias en la primera sala a la que me proponía entrar habían terminado. Observé que un par de policías habían desplazado hacia la entrada un banco y que uno de ellos estaba sentado irrespetuosamente con un fusil sobre este y con los pies trepados por sobre el pasamanos, como si este individuo estuviera en su propia casa.

 

Indicaba esto, que tras celebraciones de audiencias cualquiera puede irrespetar el orden en la sala de un Tribunal en La República Dominicana, o simplemente, que no hay un orden administrativo que tome cartas en asuntos como este y otros sobre los cuales tomé notas por considerarlos fuera de orden. Me dirigí a otra sala de audiencias en donde se encausaba a dos delincuentes por la causal de apropiación ilegal agravada. Dos hileras de bancos estaban flanquedados por tres pasillos, uno central y dos laterales,  al final  de cada uno por el lado lado izquierdo  hacia el estrado, un flanquedo por baranda de madera fina y bien labrada. En la fila de bancos de la izquierda, varios reos y sus custodios policiales cruzaban conversaciones en medio del proceso de audiencia con familiares ubicados en la otra fila de bancos del  lado derecho. Fue mi primera observación en esta sala de lo criminal. Los reos sentados llamaban a los familiares para hablarles desde sus asientos. Los custodios policiales hablaban entre sí y uno de ellos estaba parado y recostado en la pared del lado izquierdo de la sala. Este recibió una llamada telefónica timbrada y se dedicó a contestarla. A todo esto, nadie llamó atención a este custodio y nadie llamó la atención a los conversadores cruzados, reos y familiares. Mientras eso sucedía el Juez conducía la audiencia. No pude ver a un abogado de oficio para la defensa en funciones de tal, en cambio vi a un Señor vestido con tenis comunes, pantalón gris y camisa blanca que no parecía funcionario de lo legal, abogado o Juez, pero que por estar ubicado en lugar preferencial parecía tener algo que ver con el proceso.

 

Me sorprendí al saber por necesidad que se trataba del fiscal de turno, por las actitudes que asumió en determinado momento del proceso. No estaba togado y no tenía pintas de Fiscal por lo desgarbado. Sin embargo, lo vi levantarse y pasear frente al estrado con aires de autoridad, ordenando, que no sugiriendo al Juez, la aplicación de una pena de tres meses de  cárcel para los imputados de apropiación ilegal agravada. Me pregunté cómo era posible que un fiscal ordenara a un Juez la aplicación de una sentencia, cuando se supone que un fiscal no ordena, sino que propone, sugiere, solicita una pena a tenor con las  contemplaciones tipificadas en un Código Penal  para determinado delito y sus agravantes. El Juez pronunció su sentencia e ipso facto cerró la audiencia con estas palabras:- Esto se acabó. Se levantó de su asiento y se ausentó de la sala. No hubo protocolo de cierre de  audiencia mallete en manos y eso me sorprendió. Tomé mis notas y no he tomado hasta ahora la determinación de exponer mis hallazgos de aquél entonces en Sala de Audiencias sobre lo criminal en El Tribunal de Justicia mencionado. Estoy obligado a exponer el hecho de cara a la falta de solemnidad en este supracitado Tribunal de Justicia Criminal y la falta de protocolos de audiencias por parte de Jueces que con ello muestran sus pocas capacidades como juristas y como profesionales egresados de Universidades  que los aprueban para ejercer el oficio sin que estén aptos para ello.

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