El machismo es un mal de sociedades equivocadas. Comienza a enraizar en esa conocida minisociedad a la que llamamos familia. Dimana del dogma que como algo normal se implanta e implementa contra una prole y proviene de sistemas patriarcales en los que un "caudillo" dirige los destinos de todos los implicados. Un "caudillo" que depende de sus criterios unilaterales para serlo o para no serlo. En esta instancia, de no serlo da por sentado que es cuando los criterios adquiridos por generaciones de ideas y conceptos poco bondadosos inducen a un caudillo a convertirse en Jefe que supedita a todos en el hogar a seguir sus pautas fiel y servicialmente, sí o sí, hasta llegar al enojo que delimita su bondad, estableciendo parámetros en circunstancias a menudo injustas y lesivas a los intereses de todos o de cualquiera. Partiendo de una premisa equivocada invoca: - ­¡Aquí el que manda soy yo!, ¡Aquí el que decide soy yo... el que tiene la última palabra!. ¡Aquí se hace lo que yo diga... soy el que sabe, a ustedes solo les queda obedecer!. ¡Yo soy el hombre de la casa... el Jefe, el que dirije, el que sabe!. ¡ Cuanta equivocación... tanta falta de amor!.

Predicar el amor sin llevarlo a la práctica, es como aplicar justicia injusta y propia, es como cargar la balanza con poder, considerando con cinismo que el poder tiene la razón, dogma y doctrina que fue sustentada en La Escuela de los Cínicos de Antístenes, allá en el siglo IV AdJC en la antigua Grecia. Este movimiento de gente inteligente pero descarada y cínica, amén que aberrada carecía de verdadera racionalidad por carecer a su vez de muchos elementos que como maneras, tomaron formas de irrazonabilidades. Pero el machismo disciplinario fue embebido de nuevo en la misma frase para ser inculcada y y segregadora de géneros, restando importancia al papel de la mujer en las sociedades. El hombre, utilizando ciertas premisas históricas y bíblicas, tergiversando su papel en ellas, ha trastocado interelación con su familia y supeditado a esta a obedecer sus mandatos, a veces por unilaterales y no por amorosos, por ególatras y no por consensuados, por orgulloso y no por sencillo, vor voluntariedad medalaganaria, y no por bondad empática y condescendiente. ¡ Monumental equivocación !, que eso elonga, distiende y otorga voluntad en aras de la disciplina educativa. Dicen que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Implica que la inteligencia no está supeditada a la sabiduría, que la antigüedad no otorga la razón implícita en ella, que la experiencia es modelo de gestión, especialmente cuando en ella ha estrado envuelto el fracaso. Implica que demasiadas veces hay que aprender de los niños, de los jóvenes, de nuestros hijos menores etc. Implica que tener más edad no es óbice para ser más sabio para tenerlas todas consigo, para no creer en nuestras infalibilidad, en nuestras imperfecciones, en lo que nos parece porque nos da la gana, porque somos "el Jefe", porque somos el macho de la especie, porque somos los únicos que aportamos o aportamos más etc.

El machismo estigmatiza y cada estigmatización es un sello que se coloca y separa lapiel de la piel, es un "bullin" que exacerba, es un pared entre dos o entre uno y muchos, es menosprecio, desamparo, des-obligación, imprudencia, reafirmación del mal, máscara estrecha y contrahecha que oculta debilidad y temores cuyas facciones intentan mostrar lo contrario. el machismo socava, no construye, minimiza no aumenta, denigra no eleva, somete no libera y es cruel, no es bondadoso. El machismo parte de premisa históricas como escrito: Equivocadas. El Creador del ser humano trajo a este una compañera, no una esclava, no una empleada 24/7, una mujer no un objeto, un complemento no un capricho. El machismo no educa, embrutece, no tiene a bien, tiene a mal, no encauza, al contrario,,, desvía, no es fortaleza es debilidad, no es un rostro es una mueca, un disfraz. No engrandece al contrario empequeñece, no es sabio, no enseña, grita no razona.