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 POR LA GRACIA Y HONRA 
          DE SUS VOCES

Íconos de la música poética, hermosamente poética de Jorge Villamil, embellecedores de lo intangible con estilos, voces y notas especialmente subyugantes,  describieron honrosamente las bellezas inherentes a las tierras bonitas y de promisiones, que traen surcando consigo efluvios perfumados de montañas en Colombia. Enaltecedores de las bellezas físicas y espirituales de la mujer colombiana, marcando una época  de cadenciosas, suaves y  hermosas combinaciones de notas musicales y elevando hasta los confines del Universo la definición de lo que es música nacida en las cajas de sus diapasones, cantadas desde el cielo que hallamos  en sus almas… ¡ Gracias Silva y Villalba !. Fueron Rodrigo Silva y Alvaro Villalba un dúo  que tras unir voces en el año 1966 forjaron para los matices musicales de Colombia una época de las más hermosas jamás vividas. Una época en que el romance entre parejas adquirió un matiz sentimental muy profundo porque no faltaba más, que la combinación entre un poeta como Jorge Villamil y dos reservados del cielo para que muchas lágrimas rodaran por orogenias de muchos rostros como cristales de amor por todo lo que fuera tipificación de tan engrandecidas tierras.  Silva y Villalba como han sido presentados y conocidos como dúo musical siguieron ofreciendo al mundo perfumes  en sonidos modulados, cadenciosos, suaves, enaltecedores, empíricos e intangibles cantando como reseñado, desde sus almas. Cantando historias en voces coordinadas, las posteridades tienen en ellas, un enervamiento de la piel, porque tras describir la autenticidad  en cada hogar colombiano, lo hicieron tan inmersos en sus profundidades espirituales, que hoy no queda menos que llorar viendo y percibiendo esa unidad e integración de valores en un hogar cualquiera del país. A través de estos dos íconos de la grandeza colombiana,  se ven las estampas campesinas de tiempos pasados. Y, por medio de esas percepciones, llenamos de sentimientos, nostálgicos y de quimeras nuestras presentes y particulares vivencias. Incluso, los que no hemos nacido en este patrio suelo, somos inducidos por estos tipificadores de  la honorabilidad, la honra y la dignidad colombiana, a desear vehementemente también honrar al sentimiento amoroso que nace en nuestros corazones por estas tierras, por su gente, por su estampa campesina, su fauna, flora y especialmente por los cantos circunspectos de altura a favor de la mujer colombiana y de la misma como de procedencia angelical. ¡ Gracias Silva y Villalba !, por sus legados que como patrimonio a la humanidad nos dejan a todos los colombianos y a los extranjeros que hemos tenido  la suerte y la dicha de escuchar tan lindas, honrosas e intangibles melodías, como han dimanado de sus voces. ¡ Gracias ! por tantas lágrimas de sentimiento como he regalado a este suelo hermoso. Lamentando desde mi espíritu y mi alma, no haber nacido en medio de esta riqueza del espíritu llamada Colombia, cuna del amor con raíces históricas más lindo que he conocido en las figuras de Jorge Isaac y María en La Hacienda el Paraíso. La verdad, me faltan palabras para exponer lo que siento por este divino suelo colombiano, único en el mundo.

 DUBITACIONES- ENSAYOS

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