
MIS LETRAS


¿Porqué escribo?. Una persona que me ame o sienta aprecio por mi, no debe menospreciarme destruyendo el espíritu de mis letras o las intenciones de ellas. No debe destruirme a mi destruyendo a mis letras. Acepto de buen agrado una crítica conceptual de fondo respecto a cualquiera de los tópicos que enfocan mis palabras. No acepto la voluntad que me niega el derecho a exponer sobre las vivencias del ser humano en cualquiera de sus manifestaciones y en cualquier ámbito Internacional. No acepto el hecho de que escribo en busca de reconocimiento, especialmente viniendo de partes que un día sintieron admiraciones por mis formas, mis maneras y mis estilos literarios. Si no era verdad todo aquello, es probable que haya caído en desgracia, pero entiendo que no sería con el resto de la gente. No busco reconocimiento. No busco halagos, prebendas, regalos; no busco aumentar mi alter ego. Soy un pedagogo natural que sin haber cursado el oficio cree tener algo que aportar a la humanidad o a las personas que me rodean en círculo de amigos; esos amigos que asienten cuando les hablo, inspirándome a buscar motivos circunstanciales para continuar con mi labor respecto a todo ello. Que son pocos lo acepto: Es mayoría el vulgo en todas partes y mis letras no van dirigidas a quienes no puedan comprenderlas, a quienes no les interesen los sucesos que acaecen en el mundo, a quienes no les interese entender a veces ni siquiera a su propia posición sobre el planeta. Mis letras son importantes, porque llevan consigo voluntades de concienciación, de aportes y de interés demasiadas veces en la justicia social. Escribo, porque alguno me lee y aunque nunca me lo diga puedo comprender que a más de uno he ayudado. He percibido que mis letras han dado excelentes resultados sin que se trate de reconocimiento a ellas o a mi persona: He recibido información cuasi-directa cuando se ha reseñado un dato o detalle enfocado por mis letras, que me ha regresado la satisfacción del deber cumplido. Y para no vanagloriar mi ego o a mi espíritu, valga el contento de mi alma al evitar con toda posibilidad hasta la muerte a muchos de mis congéneres de otros lugares del mundo. Que no sea tan buen cristiano como los que aportan sugerencias que piden respeto por quienes no han ganado méritos para ello, es mi verdad blandir la espada contra los hipócritas porque se ubican en posiciones de desmedro con sentimientos y voluntades apócrifos y eso no lo soporto. Escribo, porque la conciencia que es conocimiento a veces no llega o no ha llegado al espíritu de los que no perciben, de los que no pueden ir más allá de lo que ven, de los que no tienen perspectivas o alcances dimensionados de los acontecimientos que se suscitan a diario y consecuentemente. Escribo porque llevo un mensaje en cada oración, un detalle tal vez relevante en cada intención escrituraria, una voluntad espiritual o tal vez un detalle de amor. Escribo porque mis letras son de oro y me gusta dilapidar mi oro, regalarlo a manos llenas aunque muchos no encuentren en ellas más que tierra, aunque éstos no encuentren más que un ego gratuito en ellas y eventualmente las menosprecie. Quiera Dios que donde los que una vez me apreciaron por lo que hallaron en mis letras, hoy defraudados gratuitos, otros encuentren oro y lo atesoren para que tal vez o quizás, el mundo cambie en estos pocos que leen mis letras. Los que no se preocupan por ellas y les importa un rábano, tienen el problema de tener que evadirlas prestando caso omiso a ellas.
