irreconciliables, tradiciones, tabúes y hasta morbos nunca antes percibidos, deseos no contemplados, prácticas sexuales no concebidas y extrañas, conductas disciplinarias, vanalidades y fantasías de cualquier índole. Todo esto muestra un cuadro circunstancial que parece exagerado, porque no es posible hallar tanto en tan poco espacio. Pero, no se trata de que todos estos elementos disociadores se hallen en una pareja, sino de que se padezcan algunas combinaciones de ellos. Por ejemplo: Si una esposa no recibe trato cordial y se da cuenta que su esposo es machista y por esto es además ególatra, el padecimiento se torna en convivencia insatisfactoria. Y, de momento aparece en un círculo de amigos o conocidos un individuo con palabras melosas y trato deferente que hace la diferencia, la esposa se verá supeditada a desear vivir en ese otro ambiente. Es cuando aparece entre brumas y al acecho un deseo concupiscente que poco a poco se perfila y convierte en interacción infiel de una de las partes. Y, cuando ocurre la desestimación del poder del amor por cualitativo, se es infiel. Entonces, tras las causas los efectos. Pero, esto no es todo el témpano, sino la cabeza del iceberg.

 Llevar a consenso un tópico puede elevar un anhelo por sobre una relación, porque no se halle racionalidad en una de las partes casi toda vez que ocurre. La señalización de un dedo índice culpando irremediablemente al consorte es un problema muy común que conduce hacia las desavenencias, porque nadie desea ser culpado de nada y menos tras cada incidente aunque sea casual. Esto va creando animadversión porque se trata de falta de consideración y egolatría en pro de dominio de la otra persona.

 Obtener una relación por conveniencia es factor que conduce muy a menudo hacia la infidelidad, porque la convivencia no es deseada sino soportada. Es cuando la parte decide buscar una válvula de escape que consiste en entregar a otro algo que ni siquiera pertenece al consorte. Es una infidelidad dolosa desde que una persona contrae nupcias con otra a la que no ama y por la cual debe fingir aceptación. Que tras una relación amorosa aparentemente normal y respetuosa entre hombre y mujer, resulte aparición de machismo insensible dominante y  desconsiderado, puede acarrear disolución de las relaciones maritales utilizando la infidelidad como vehículo de adulterio.

Que por encauzar una relación en cauces de motivaciones físicas soslayando las razones y deseabilidades sobre lo sublime y cualitativo conduce necesariamente a la infidelidad, porque difícilmente llegue a existir interacción bondadosa y el afán de una de las partes es puramente concupiscente e impúdico.

 La descentralización del quehacer hogareño en pro de satisfacciones banales  y  gustos fantasiosos, interacciones coloquiales extramaritales también conducen necesariamente a la falta de respeto y de esta hacia la infidelidad por excesos de confianza. En esta modalidad se llevan a excesos las interacciones coloquiales y casi sin darse cuenta, una de las partes se sumerge con persona ajena a su cónyuge en interacción sexual tácita e inculpatoria. El éxtasis copular en esta modalidad es producto de envolvimiento coloquial con persona considerada de confianza, que tras sus avances, logra inducir al perjuicio implicatorio lesivo a un status marital y al daño espiritual propio, al de su cónyuge y al posible hogar ajeno. El morbo lascivo que induce a tomar lo ajeno como propio es producto de personas con motivaciones físicas en torno a ello. Es cinismo descarado de cultura con malos haberes disciplinarios, es abuso de confianza y pensamientos promiscuos muy recurrentes.

Encauzar la vida y el disfrute de esta por caminos de la complacencia carnal, de la lujuria, de los actos morbosos, de las voluptuosidades, de las sensualidades y el trato sugerente no rechazado por concupiscente o por considerado normal, es inductivo a la complacencia del disfrute sexual y en consecuencia al hecho que desvincula una relación marital, con la vinculación de esta otra intencional.