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PERSONALIDAD DOBLADA

Hurga en tu espacio interior con la intención de hallarte, y encontrarás a un distinto...el que proyectas.   Eres débil, y te revistes de fortaleza inexpugnable para otorgar valentía a tu espíritu y parecer decidido. Pero, tienes miedo. Miedo a perder. ¿A perder qué tienes miedo?. El tiempo pasa  sin darnos cuenta y sin quererlo, cuando las circunstancias nos agobian, dejan de pertenecernos sus prerrogativas, es cuando percibimos que vamos perdiendo la partida,que hemos dado nuestros años a cruel. Entonces nos estigmatizamos en consecuencia y por causa de ello. Tomamos las de abordar viejos caminos, para re-andar las huellas por los que transitamos para volver a ser niños y trasegar tiempos y distancias hacia lo que ayer fue futuro y hoy es presente. Pero al regreso del pasado observamos que de tiernos lozanos vamos transitando por rostros distintos hasta llegar al que ahora poseemos: Probablemente el de las desgracias. Entonces, nos miramos al espejo y vemos que se nos acaba aún lo que creemos poseer,  tiempo. No deseamos eso, porque el deseo inherente a la vida es eterno. No deseamos morir, nos aterra pensarlo. Miramos en derredor con angustias especialmente cuando nos percatamos de que perdimos eso que ahora necesitamos y no tenemos. Que si nos queda algo de anhelo es por tiempo adicional tras enmendar yerros y ser lo que siempre pensamos que deseamos ser: Felices. Que todo lo que muchas veces anhelamos no pudo ser, porque demasiadas veces no dependió de nosotros, puede ser una excusa excelente. Y que cuando sí dependió de nosotros, no tuvimos la entereza, por no haber aprendido las lecciones que nos da la vida. Por no haber aprendido a convivir. Por no haber llegado a saber en este caso qué es el amor como herencia que dilapidamos demasiadas veces con nuestras culpas. ¿Culpas?. ¡Sí!, culpas, porque la primera instancia reseñada, la de la excusa excelente es manera de salir airoso debido a que la culpa no tiene deudos.   Desgraciadamente no sabemos y no queremos aceptar nuestras culpas y nos revestimos de justos para hacernos creer que siempre hicimos lo que debíamos y que si algo salió mal, la culpa es de otros. La culpa no tiene dueños, repito, y no queremos ser responsables de que las nuestras son obras de nuestros cultivos. Es cuando buscamos un disfraz que oculte nuestras debilidades, un disfraz de fortaleza, que nos sirva de baluarte para enfrentar los errores y salvaguardarnos con la espada de la razón equivocada en manos. Nada entonces nos parece, todos están equivocados, la razón está de nuestro lado. Es el peor camino de andar, porque se supone tengamos la humildad a fin de cuentas, para que al volver desde todos aquellos rostros nos demos cuenta de que al llegar, el que nos tocó de nuevo, resulta ser  más viejo, más perecedero y arrugado que los anteriores. Entonces, es deseable al observar en derredor darnos cuenta, que pudiéramos estar quedando solos. Solos irremediablemente, porque la falta de humildad y el monstruoso parecer del disfraz nos alejó de la verdad que es el miedo, de la verdad del temor y las angustias que llevamos dentro al sabernos fracasados pero sin alguien a nuestro lado que al caer nos levante. Todo, porque las culpas no tienen dueños, ni siquiera las nuestras. Sabemos que no somos dechados de perfecciones, pero ocultamos tras aquél disfraz nuestras estigmatizaciones para no parecer lo que somos...débiles, insuficientes e incapaces de reconocer que demasiadas veces, somos los culpables y no otros. Desde que nos colocamos el disfraz somos infalibles, lo sabemos todo, nadie es razonable, nadie tiene la razón porque anda tomada de las manos nuestras. Lamentable que lleguemos hasta estas creencias y conclusiones, sin tener en cuenta que segamos de nuestros propios cultivos y de lo que sembramos. Allá cada uno con su conciencia, sus sinrazones y con sus excusas banales. No se supone que culpemos a otros por nosotros ser como decidimos: Equivocados. Demasiadas veces bifurcamos el camino y abordamos caminos ajenos para seguir con nuestras equivocaciones y causándonos daños a  nosotros mismos, a segundos y a terceros. Nos regocijamos por el mal en corazones ajenos sin percatarnos del daño que ocasionamos a nuestros propios espíritus .Todas estas verdades las damos por sobreseídas porque las comprendemos sin que alguien las recalque o las enfatice para nosotros. No nos agrada que sean señalados nuestros pecados, especialmente cuando quien se toma las prerrogativas no ha sido llamado a ello, pero indudablemente porque no podemos sentir sobre nosotros el peso de las culpas por estigmatizaciones y criterios ajenos sin sentirnos molestos. Es cuando hacemos reclamo por la invasión a nuestras privacidades. La privacidad es un cofre donde guardamos las equivocaciones, los errores cometidos, las intolerancias y algunas susceptibilidades que nadie debe tomar como espada para herirnos con ellas; por algo son privadas y por algo las ocultamos en este cofre con tapa bajo llave. Sin embargo, no se oculta lo inocultable. Hay detalles que ofrecen evidencias tan grandes, que no caben en aquél cofre por inmensurables y por concomitantemente relevantes. Entonces, hay circunstancias que no escapan a la vista de otros....

 DUBITACIONES- ENSAYOS

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