


MIS RAÍCES, MIS ANCESTROS
Pareciera que mis ancestros fueron europeos, aunque posea nacionalidad caribeña y me haya formado hasta cerca de una cuarta parte de mi vida en mi lugar de nacimiento, dos cuartas partes en lugar extranjero con el cual me identifico mucho por la naturaleza agradable y amorosa de su gente. No me causan melancolías mis vivencias en el lugar de origen y creo tener explicaciones para ello. Sin embargo, pese a todo, siento en mi espíritu y mi alma, pertenecer a lugares nunca antes visitado por mi. Creo que mis genes no transigen con que haya nacido en país caribeño, porque a veces siento deseos de llorar, cuando oigo composiciones musicales euroasiáticas. Siento que me embargan las quimeras si alcanzo a ver actividad de personas lindas de varios países de La Europa del Este. Me veo en la algarabía de una fiesta en donde las polkas hacen el deleite. Observo las casas de familias y me siento dentro de cualquiera de ellas con la paz anhelada de toda la vida. Vivo en una tierra bonita latinoamericana. Es una tierra de gente muy agradable y disciplinada, pero aún con ello, mis quimeras se hacen melancolías cuando pienso en Finlandia, Rumanía, Bélgica, Polonia, Rusia, y es cuando vivo mis vehemencias porque me identifico totalmente con esos lugares, con su gente, con sus alegrías, con sus tristezas, con sus vivencias, con sus historias, tradiciones. No siento lo mismo por mi lugar de origen. Nunca me he identificado con la gente latina, caribeña, norteamericana. Tampoco con la gente asiática, africana ni de La Europa occidental: Portugal, España, Francia, Alemania, Viena, Países bajos, Checoeslovaquia, Noruega, Suecia, Turquía, Grecia, Ucrania, Letonia, Estonia, Lituania. Hay países que repudio o mejor rechazo como España, Alemania, Francia, Grecia, Portugal. No me agrada la gente de mi país caribeño, es muy indisciplinada. Nací en un país con historias muy proactivas y donde la identidad como razón política de los ocupantes de las tierras llegó tarde tras muchas batallas, esclavitudes, colonizaciones y todo ello solo permitió emancipación nacionalista. Cualquier otra necesidad idiosincrática, cultural y formativa se quedó rezagada en el tiempo. Se cacarea como gallina ante la postura de un huevo como con alharaca un orgullo banal nacionalista. Un orgullo carente de reformulaciones idiosincráticas, indisciplinado, mediocre porque tras emancipación reseñada, el nativo oriundo del país se quedó retrógrado en el tiempo. Sobre países latinos, Norte, Centro y Suramericanos tan solo dos países reservo en gratitudes, uno de ellos nunca visitado, pero que debe su grandeza a la cultura de su gente, a la disciplina y educación de sus ciudadanos, a su sistema de gobierno, a la preservación de sus patrimonios, de la fauna, la flora y al orden idiosincrátco de su gente. Este país es Costa Rica. Por otro lado, Colombia, el país de la tierra bonita, cual pudo ser el granero del mundo de cara a futuro promisorio ofrecido por la prolífica bondad de sus tierras y el amor en el labrado campesino, que abriendo melgas, saca los más hermosos frutos de ella. Gente disciplinada, educada y linda. Tierra deseable precisamente por todas sus bondades. Nunca sentí algo especial en mi alma por otras tierras de este Continente Americano. El azote perpetuo de las tierra africanas por colonizadores, esclavistas y explotadores europeos siempre me alejó de sentir anhelos por aquellas tierras, como no fuera imaginando estar ayudando a resarcir angustias a sus pobladores, pero padeciendo los rigores de una vida triste por desesperada y malograda. Sobre los países asiáticos escribo, que los he considerado siempre fantasiosos, como inalcanzables por indeseados, porque me parecen ficticios aún cuando todo occidente debe mucho a ellos culturalmente. Países del Oriente próximo con legados históricos desgraciados nunca me llenaron el alma. Ni siquiera por los hechos históricos de cara a nacimiento del Cristo y las vivencias y existencialidades de ese pueblo que se consideró selecto por tener el favor del Dios identificado con las gracia en las consonantes YHWH, hoy proclamado como Jehová o yahvé. Nada de esto fue muy relevante en mi vida salvo por adoctrinamiento mediático recibido de niño, pero poco asimilado por falta de interés o por displicencia, no puedo negarlo o escribir otra cosa. Pero… volviendo a las razones de mis quimeras y nostalgias sobre las que no identifico con exactitud los espacios, puedo escribir, que los países reseñados en conjunto poseen las premisas con las que llevo en mi espíritu y en mi alma ese anhelo, esas creencias en que mis ancestros fueron llenos de las grandezas de aquellas tierras y por ello es que mi alma flota como si buscara llenarse de la felicidad de todos los que la poseen allí, del amor por todo lo que los rodea, de las bondades y de algo especial que no puedo definir por intangible y grandioso, pero que nace como herencia de mis ancestros identificados como oriundos del polvo, los ríos y montañas en cualquiera de los países en los que residen mis quimeras.


