Cada día que pasa sin tu presencia en mis quehaceres cotidianos aquí en mi distancia, puedo aquilatar tu amor, compañera de mi alma, amada María Elena. Cada día, te traigo a mis dubitaciones para verte y sentir en la distancia que estoy atado a ti, deseablemente hasta la muerte. Y, no es fácil para mi aceptar que esta indeseable distancia me impide abrazarte, mirarme en tus ojos y ver tu alma dulce y espaciosa, tu espíritu de bondad para conmigo, tu amor entregado a la empatía y a la creación de felicidad para los dos.
María Elena, mi cisne más blanco, Dios te bendiga siempre, Dios te proteja y te guíe, que siga dirigiendo tus pasos por el camino que escogiste y por el que ambos, tomados de las manos transitamos. ¡ Qué decir... qué pensar o hacer !, que sea justo y loable para desear y anhelar con vehemencias tu paz, tu felicidad y tu salud. Eres más que una esposa, eres una flor perfumada, más que una compañera... un ángel que Jehová colocó frente a mi para que voltearamos a caminar juntos por este trecho de vida que nos queda. ¡ Bendiciones amado ángel que me acompaña hasta la felicidad que se anhela y es real para los dos... porque te amo... porque me amas, y ello me obliga a decirte en todo momento...¡hasta siempre!.
Pensar en ti, es pensar en todo lo hermoso que hay en tu espíritu, es verte con rostro de encanto, como entrar en tu alma y percibir una brisa suave en momentos de calor, beber sorbos de agua fresca de un oasis en medio del  desierto, recibir de palmeras la sombra en caluroso  estío. Y vivir de anhelos en el corazón mío. Y... pienso, pienso en los méritos sin dobleces que hay en tu amor, en la fortaleza que has construido para vivir los dos en sus muros y ser protegidos por ellos. Es una fortaleza amorosa cuya única fragilidad se haya cuando me ausento. No piensas que tu propia forma de ser es fortaleza, siempre que acudas a ella, en el fondo de tu espíritu. Que nuestros pensamientos se perciben en el alma de cada uno. Te amo vida, te siento amor... porque vives en mi a pesar de la distancia.